martes, 26 de enero de 2010

Biógrafos y biografías.

En Sale el espectro (Exit Ghost), el escritor – y alter ego de Philip Roth - Zuckerman se encuentra rodeado de fantasmas. Espectros de todos los muertos y moribundos que lo rodean y un mundo de vivos con miedo, que andan persiguiendo a los muertos o a los moribundos (los muertos en los atentados de septiembre de 2001 o un muerto famoso y escritor que apareció en la novela La visita al maestro, Primera parte dentro del conjunto editorial llamado Zuckerman encadenado). El mismo Nathan Zuckerman está medio muerto, volviendo de su hiato en el campo a la fervorosa ciudad de Nueva York que no reconoce.

Él vive en un mundo de viejos donde el pasado repercute demasiado en todos los actos. La muerte sobrevuela la novela en los personajes de Lonoff y de Amy Bellette (Ambos presentados en la novela La visita al maestro), además de en sí mismo, mientras piensa en su cáncer de próstata y su no-control de su vejiga, lo que trae aparejado la perdida del deseo sexual.

Hay relaciones casuales que se le dan a Zuckerman en su vuelta a la ciudad. Que son con una mujer del pasado, que es Amy Bellette, a la cual en el pasado se había sentido atraído cuando lo vio por primera vez en la casa de campo del oscuro escritor E. I. Lonoff. Esta mujer tiene cáncer en el cerebro y está muriendo. La otra es una mujer en sus primeros treinta que le llama la atención a Zuckerman, tanto que la ficcionaliza en algo así como una obra de teatro (O diálogos) donde el deseo de él se encuentra con el de ella. Ella está casada y le tiene miedo a la ciudad, odia a Bush que acaba de ser reelecto (La novela está ambientada en el 2004); y, en mi interpretación, ve a los muertos de los atentados a las torres. Ella está casada con un muchacho que la adora, pero Nathan Zuckerman piensa que ella le es infiel – y que podría serlo con él, aunque ya no tiene control sobre su libido, o tal vez, ya no tiene libido. Por medio de esta mujer, joven y promisoria escritora, se pone en contacto con alguien que quiere hacer una biografía de Lonoff. Él repugna al muchacho y lo que desea hacer. Este biógrafo sostiene que encontró el secreto del escritor retirado, que con eso puede explicar toda su obra y ponerla de nuevo en relieve.

Según mi modo de ver las cosas, esta última línea argumental es la más interesante – sin olvidar que Lonoff está muerto desde hace años y ahí también está la muerte, a donde vaya Zuckerman en esta novela encuentra fantasmas de los muertos – porque aquí el biógrafo hace una crítica biográfica de una inacabada novela del oscuro escritor y hace encajar el secreto que encuentra en esta novela. Cosa que repugna a Zuckerman, él no desea que vuelva a ponerse de moda la obra de su maestro – algunos dicen que inspirado en Joseph Roth – de esta manera, que eso destruiría sus fantásticos cuentos breves y alienaría la manera de leerlos.

En esta última línea se desarrolla uno de los tantos límites entre el borde entre de lo que es la realidad y lo que es la ficción. Zuckerman no desea que este biógrafo haga una crítica biográfica de esa novela y el biógrafo sostiene, tal vez obsesionado, o quizás con la verdad, que esto explicaría toda la obra y la volvería a poner en el relieve que la obra de Lonoff – a quien casi nadie lee desde hace años y años – vuelva a estar en los primeros planos. En algún momento, le Zuckerman le dice:


(…) una novela no es ninguna prueba – añadí – una novela es una novela.

Roth, Sale el espectro, Ed. Mondadori, Pág... 232.


El secreto se revela, por algún momento Zuckerman busca plantearle batalla al joven y persistente biógrafo. Intenta saber si eso es verdad. Pero está viejo y cansado, la realidad y los muertos están sobre sus espaldas. Le importa, pero no tiene ganas que le importe. Desea volver a su casa en el campo y encerrarse ahí, volver a ser el huraño espectro de lo que fue.

Hay dos momentos en que la ficción juega con la realidad dentro de la novela. La obra de teatro (Él y ella) en la que Zuckerman hace desear y desea a la mujer en los primeros treinta, donde su deseo se pone en juego no así en la realidad de la novela. Y la biografía de Lonoff. Pero dónde está el límite entre todo eso. Nadie sabe a ciencia cierta si el secreto que esgrime el biógrafo es verdad o es sólo una mala lectura de una novela. Esto le ha pasado varias veces a Roth mismo donde la gente creía leer a Roth a través de sus personajes – aunque muchas veces Roth está y juega con ello. La pregunta que persiste en mi cabeza, es si la ficción es sólo ficción. A Lonoff esa novela le costó, en cierto punto, la vida y la paz mental. Esto el biógrafo lo toma como prueba que eso era un secreto que lo corría desde joven y que la novela es una purga. En algún momento dice:


(…) Ahórreme el sermón sobre la insalvable línea que separa la ficción de la realidad. Esto es algo que Lonoff vivió. Es una atormentada confesión disfrazada de novela.

Roth, Sale el espectro, Ed. Mondadori, Pág.. 233.


Pero Zuckerman lucha contra esto. Él es escritor y escribió durante mucho tiempo novelas, que le han causado muchos problemas por el mismo tipo de crítica que está haciendo el biógrafo sobre Lonoff (Véase la segunda novela de Zuckerman encadenado, en menor medida también la tercera), y esgrimiendo el arma de la ficción nos dice:


(…) y descubriera allí la funesta tendencia a la interpretación literal y la vulgaridad que lo atribuye todo a su fuente de una manera absolutamente estúpida.

Roth, Sale el espectro, Ed. Mondadori, Pág. 243.


Así Zuckerman se plantea una lucha, así es como él se cansa de las ficciones o las realidades, cansado y enfermo – con perdidas de memorias y momentos del pasado cercano que no recuerda haber vivido, casi como ficciones de su vida – no tiene más remedio que escapar de la ciudad. Así es como vuelve a ser el espectro y la novela termina en que se vuelve a esconder por las razones que sean en el campo. Así es como deja librada a su propia suerte la biografía de Lonoff (Que supone que no llegara a ningún lado, ya que tiene sólo la primera mitad de la novela, y las fuentes que el biógrafo puede llegar a conseguir se están muriendo, si no es que están ya muertas). Como también hace terminar su obrita en la cual hace que su ficción y el deseo se crucen, pero que generando que el final de eso sea el mismo en la ficción que en la realidad de la novela.

1 comentario:

Luna dijo...

Temas recurrentes en vos: la tarea del escritor y la ficción.
Tu análisis me dejó pensando en las biografías, en el derecho (o no) que tienen otros a escribir sobre vidas ajenas. Si alguien escribiese las nuestras, sería justo? sería benevolente, nos interpretaría correctamente? tendría derecho a develar nuestros secretos, aquellos que creímos llevarnos con nosotros?
Personalmente creo que es una suerte, a veces, morir en el olvido.

Besos