martes, 19 de abril de 2011

Trieste.

  • Italo Svevo,
  • James Joyce,
  • Vladimir Bartol, y
  • Claudio Magris.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Ficciones.


Así como debe haber gente que piensa que Pinkerton es sólo un invento literario, cuando yo era chico pensaba que Sherlock Holmes era una persona de carne y hueso, constante y sonante. No tenía la más mínima idea que era sólo un personaje de ficción, de cuentos y novelas. Creo, aunque no estoy tan seguro de eso, que mucha gente también tuvo el mismo pensamiento. A mí me duró bastante tiempo y, aunque leía los cuentos, yo pensaba que había existido.

Pero qué es lo que separa a Sherlock Holmes, como personaje literario, de un San Martín, como personaje histórico. Tal vez se puede llegar a decir que uno es figura de cuentos y novelas de un mismo autor, y, el otro, aunque puede ser parte de algunos cuentos y novelas, es tratado principalmente por libros de historia. Pero también habría que ver cuál es la diferencia entre los libros de historia y la literatura. Tal vez sólo sea el (aparente) estudio que hay detrás de unos y de otros.

Así es como mucha gente cree que Sherlock Holmes existió y que Sir Arthur Conan Doyle fue, digamos, su biógrafo. -Aquí también entraría a terciar la biografía como genero literario y qué tan real es algo que se cuenta por escrito. Ya que la biografía tiene el mismo carácter de una ficción.- Esa gente podría ir armando en base a analogías, fuentes históricas y demás, una biografía de la vida del personaje. Tal vez, quizá sin saber lo literario de Holmes, podría ir al lugar donde vivió que, hoy por hoy hasta existe el 221b Baker Street en la ciudad de Londres.

En El Péndulo de Foucault de Umberto Eco los personajes principales crean un Plan de ficción, porque en algún punto creen que pueden armar algo mejor que los que les traen todos los escritores de esos libros entre conspirativos, templarios y esotericos. Toman hechos históricos, conocidos, descriptos por los escritores de esos libros, y van atando los cordones de una gran historia oculta. Creando lo que ellos llaman “El Plan”. Esto no es más que un gran invento, una gran ficción con la que los personajes principales se entretienen durante casi toda la novela.

Y aquí entra el problema de Sherlock Holmes. Siendo “El Plan” algo que es simplemente una ficción elaborada en base de hechos análogos y casi aleatorios puede llegar a haber gente que lo crea, como hay gente que cree (Como yo, de chico) que Sherlock Holmes realmente existió. En algún punto la ficción puede dejar de serlo y de eso se dan cuenta los personajes que crean “El Plan”.

Creo que esto es lo más interesante de la novela, la pugna entre la ficción y la realidad. El cómo algo que es claramente una ficción, ya que son hechos históricos tomados por los personajes de la novela (Causabon, Belpo y Diotavelli) para responder a un manuscrito –que ni siquiera es el original, sino la copia de otro- que les había llegado por uno de esos esotéricos que creen en misterios, complots e historias secretas.

Porque dónde está el límite entre estos dos conceptos (Que no son contarios, sino complementarios, las ficciones son reales y la realidad es una ficción), ya que si se cree en la ficción, esta pasa a ser una verdad, y como verdad es realidad.

Si creemos que Sherlock Holmes fue un personaje histórico, podemos llegar a encontrar, buscando entre diarios de la época y momentos históricos, datos que nos ayuden a comprobar esa teoría. Además va a haber mucha gente que va a dar crédito a todos nuestros descubrimientos.

Por supuesto que el ejemplo del gran detective es algo tosco, pero eso se puede llevar a otros casos. Mucha gente luego de leer la novela El Código Da Vince se convenció de las cosas que dice esa ficción y la empezaron a tratar como algo que describía de manera novelada la realidad de lo que le había pasado a María Magdalena y el secreto de los Templarios. Hay otras personas que aprovecharon a esas otras personas, y crearon recorridos turísticos que los llevan a París y a esa iglesia en escocia.

En la novela de Eco hay muchos personajes como estos, que creen, y son los que terminan generando que la ficción deje de ser tomada como tal, son los que terminan dándole un aura de verdadero al Plan que crearon los tres personajes. Y es algo que van a querer saber sin importar los riesgos que haya que correr. En ese momento, que son las últimas 100 páginas de la novela (que consta de 820 en al edición DeBolsillo), se torna en algo más del estilo de las novelas de aventuras donde los personajes corren por su vida por algo que conocen, creen conocer o quieren descubrir. Aunque no hay otra respuesta fantástica al final de las páginas como las hay en las otras. El misterio del Plan no es revelado, no se encuentra el mapa que lleva al tesoro.

“El Plan” termina siendo algo verdadero, pero no porque lo sea, sino porque ciertos personajes creen que lo es. Tal vez ese es el límite entre la ficción y la realidad.



Conclusión, nosotros inventamos un Plan inexistente y Ellos, no sólo se lo tomaron en serio, sino que también se convencieron de que hacía mucho tiempo que formaban parte de él, o sea que tomaron los fragmento de sus proyectos, desordenados y confusos, como momentos de nuestros Plan, estructurado conforme a una irrefutable lógica de la analogía, de la apariencia, de la sospecha.

Pero si se inventa un plan y los otros lo realizan, es como si el Plan existiese, más aún, ya existe.

Umberto Eco, El Péndulo de Foucault, Mexico, Ed. DeBolsillo, 2010, p. 792

sábado, 8 de enero de 2011

Cuento más novela.

Asumamos por un momento una teoría que leí por estos días en uno de los ensayos dentro del libro El Concepto de Ficción de Juan José Saer: que una de las tradiciones de la literatura argentina es que hay una serie de obras que no entran en ningún género preciso. Desde el Martín Fierro hasta el diario de Gombrowicz. En ese mismo compendio de ensayos también habla del porqué Borges no escribió ninguna novela, explicando la teoría que el genero “novela” no existe más (La novela sería un momento histórico que empieza con El Quijote y termina con Bouvard y Pécuchet).

Dentro de la línea de “obras sin género” podemos intentar hacer entrar a Historias Argentinas de Rodrigo Fresán. Y le entramos por este lugar sencillo ya que la primera pregunta que me planteé cuando leía el libro era: ¿Estos son cuentos o es una novela? Al parecer esta es una pregunta que le hicieron muchos lectores al mismo autor:


Lo que sigo sin responder a quienes, preocupados, me preguntan una y otra vez –jamás entendí esa preocupación- si Historia Argentina es:

A) un libro de cuentos,

B) una novela.

Todo parece indicar –lo mismo es aplicable a todos los libros que luego salieron y seguirán saliendo de este libro- que la opción correcta es c).

Pág. 264.


A esto podemos aplicar las dos cuestiones. En un devenir de progreso y totalidad de la obra es una novela –si es que todavía pensamos que el género existe- pero sus partes tienen una existencia única en cada una que pueden ser aplicados como cuentos. Es algo interesante para el lector, supongo, porque hay una cierta necesidad de catalogar, mentalmente (Quizá sea un concepto capitalista implícito en los lectores), las lecturas en algún lugar. Libros de cuentos, novelas, ensayos, etc.

Pero también hay que admitir que esto, y esta dicotomia, no es un invento de Fresán. Por ejemplo C.S. Forester aplicó este método en el libro El Guardiamarina Hornblower, donde en su conjunto forma una novela –este libro por supuesto no tiene las búsquedas estéticas ni de experimentación de “vanguardia” que tiene el libro de Fresán- pero los capítulos se pueden leer de forma individual donde tienen un inicio, nudo y final muy establecidos; formando perfectos cuentos, entes individuales del todo. Supongo que habrá más ejemplos de esta duda entre cuento-novela, pero yo no conozco demasiados.

El libro de Fresán tiene esta estructura. La lectura continuada de los diferentes capítulos termina de explicar ciertos puntos que quedan en el aire en ciertas partes del libro. En esto, tiene el mismo sistema que en Ulises de James Joyce, en el asunto de la papa (En uno de los primeros capítulos Bloom se revisa los bolsillos y en su raconto de las cosas que tiene allí, hay una papa –patata, en algunas ediciones-, esto generó todo un problema en algunos traductores, porque el asunto de la papa tiene una lógica para Bloom que no es necesario explicarla en ese momento y, para un lector atento, ese misterio se devela más adelante cuando Bloom cuenta la historia de la papa y todo lo que tiene que ver eso con la madre). Por ejemplo en un cuento –uso esta expresión porque los tomo por unidades estéticas con coherencia interna-, llamado “La Soberanía Nacional” donde un personaje dice:


Para cuando descubran a esos dos hijos de puta, yo ya voy a ser famoso.

Pág. 130.


La narración de esa parte del cuento –que son tres monólogos interiores- empieza con esa frase. Nosotros, a esa altura, no sabemos quienes son los dos hijos de puta ni porque los van a descubrir. El narrador sabe más que el lector, y no siente la necesidad de explicarse porque él se entiende. Y el lector se entera muchísimo más tarde en otro cuento del porqué van a descubrir a esos dos hijos de puta.

Entonces esto hace que para entender todo –si eso es posible con cualquier narración- hay que leer todos los cuentos del libro. Los cuentos se entrecruzan y van formando un universo personal muy interesante.

La historia argentina que se narra puede ser una que va desde fines de los sesenta hasta mediados de los ochenta. Aunque el libro empieza con un par de gauchos cabalgando por la pampa –y luego eso se puede leer como una ficción dentro de una ficción, porque el libro juega muchísimo con este método de muñecas rusas, como lo había calificado en Cartas a un joven novelista Mario Vargas Llosa-. Podemos tomar esos dos personajes como una mistificación del personaje fundacional de la literatura argentina. Este rol lo cumple el gaucho, con toda la crítica que se le ha dado al habla literaria del gaucho y la forma en que los trataros escritores tan disímiles como Hernández y Sarmiento, que la narración empiece con un par de gauchos dice: Soy argentino, acá me paro, esta es mi tradición (La que voy a intentar romper despacito).

Las historias, que tienen una cierta cantidad de personajes que se repiten y se nutren de otros cuentos, están sobre hechos históricos como la guerra de Malvinas, el mundial del 78, el proceso, desapariciones, la vuelta de la democracia, la liberación democrática. Estos serían los momentos históricos, y los personajes los surcan.

La historia está por detrás, juega y se hace presente pero la coherencia los dan los personajes que la atraviesan. Son ciclos que se pisan, también. La historia del libro, no así como el tiempo, no va siempre para adelante. Va para atrás, vuelve y revuelve los temas históricos -las historias de los personajes, como por ejemplo Alejo.

Pero al final, la historia argentina es la historia de esos personajes, la gente que hace que la historia se mueva y esté ahí. Y eso es un acierto porque los cuentos –sigo sin pensar que lo sean verdaderamente, pero es cómodo de usar el término- resuenen unos en otros, como así resuena la historia en diferentes momentos de la vida de uno.

También resuena Piglia varias veces (“Hay que pensar en sí mismo y pensar en tercera persona”, Respiración Artificial), quizá sea una directa influencia –ya que esa novela de Piglia, también es difícil de llegar a poner en un genero, novela, ensayo, cuento- y sería como la gran novela previa a Historia Argentina.

Llegado el caso de cuento-novela, es una narración que tiene formas claras y se lee muy rápido. Las partes son interesantes y dan forma a un conjunto claro y consiso. No importa si es novela o son cuentos. De hecho, es una narración. Empecé diciendo que la tradición de la literatura argentina es una que no entra en ningún género (Martín Fierro, Facundo, Rayuela, etc.) y alguna vez, Fresán dijo «la tradición argentina es una extradición», y yo digo que su obra puede entrar en la tradición literaria argentina de libros que son difíciles de clasificar, y por eso generan el quiebre en las formas literarias. Por eso termino citando esta parte:


Nada hay más aterrador para un historiador que descubrir el espanto de que todo puede ser contado de varias maneras sin por eso perder su esencia real.

Pág. 117.


Historia Argentina, Rodrigo Fresán, Editorial Anagrama.

lunes, 18 de octubre de 2010

De Luna a Luna (Sobre Un día en la vida de Iván Denísovich)

Se levantó a las cinco de la mañana, con la luna en el cielo. Y con la luna en lo alto y volvió a la barraca. Ese es el día de Iván Denísovich Shújov. Un día en su vida durante su periodo de diez años de reclusión en un campo en Siberia, en el séptimo año. Cuando lo encontramos es de mañana, cuando lo perdemos es de noche. Pasó un buen día, un día normal en el campo donde pasan muchas cosas, buenas y malas. Algunas absurdas y otras, en su contexto, gloriosas.

Eso es lo que nos cuenta a fin de cuentas Alexandr Solzhenitsyn en su novela Un día en la vida de Iván Denísovich. El título no miente. La novela es, a su vez, varias cosas. En su momento fue una denuncia. A su vez, el gobierno de Niñita Jruschov, lo uso como panfleto político en su política de ablande del periodo de Stalin. Pero por último es una obra de arte. Todo se junta en la novela, la novela lo es todo.

Al recrear el campo hace que ese mundo sea revivido por los lectores. El mundo siempre renace desde los recuerdos, así como lo hizo Primo Levi con su libro Si Esto Es Un Hombre. Y la mención no es azarosa, ya que los campos del régimen soviético tienen mucho que ver con los campos de exterminios nazis. Algunos campos liberados por los soviéticos en el avance del Ejército Rojo hacía Berlín fueron vueltos a utilizar por ellos. Y así nos encontramos de vuelta con Shújov. Él está cumpliendo una condena de 10 años como muchos (Algunos cumplen 25) pero nos enteramos que no es culpable, en el universo kafkiano del régimen soviético todos eran lo que el Estado decía. (Vasili Grossman dice en Todo Fluye y creo que el ejemplo sirve para dar un paradigma: “Stalin murió sin que estuviera planificado, sin la indicación correspondiente de los órganos directivos. Murió sin la orden personal del propio camarada Stalin”. Pág. 38, Ed. DeBolsillo, 2010). Ni el fiscal ni el mismo acusado habían podido encontrar qué poner en el proceso, así que quedó una simple traición:


Según obraba en el sumario, Shújov había sido condenado por traición a la Patria. Confesó que sí, que se había dejado capturar con intención de traicionar a su país, y que los alemanes lo soltaron para cumplir una misión secreta. Ni a Shújov ni al juez de instrucción se le ocurrió de qué misión podía tratarse. Así que el sumario lo dejaron simplemente como “una misión”. Pag. 97


Pero esto no es lo importante en la novela. No es importante qué haya presos injustamente, que los presos políticos a veces se mezclen con los presos comunes o que a los baptistas sólo por el hecho de ser baptistas les den directamente 25 años. No. La novela trata de un día en la vida de un prisionero –un hijo del- campo, del GULAG. Está es la versión novelada, ficcionada –hasta cierto punto- de su testamento Archipiélago GULAG.

Por eso se nos cuentan los pormenores de la vida. Nos cuenta sobre el frío, sobre qué hacer si te sentís mal –cuando conviene ir al médico-, qué hacer para sentirse fuerte, qué hacer. Nos cuenta sobre la organización formal del campo y, lo más importante, lo que sólo conocen las personas que vivieron –y sufrieron- en él. Así como Primo Levi en su monumental testimonio nos cuenta sobre Auschwitz, Solzhenitsyn nos cuenta sobre las prisiones en el régimen soviético.

Las cuestiones más importantes son, en cierto punto, la ropa y la comida. Entonces nos da una pormenorizada descripción de la ropa de trabajo y de las botas que les entregaban a los presos. También nos dice que hay que cuidar más que nada los pies:


Con esos mitones que no valían gran cosa, tenía los dedos yertos y no los sentía. La bota izquierda aguantaba. Las botas eran lo más importante. Las manos se desentumecen solas cuando te pones a trabajar. Pág. 85.


Otro punto es la organización informal del campo, que es muy interesante. Por ejemplo, los guardias también sufren el frío de las largas marchas desde el campo hasta el lugar donde trabajan –y aquí hay otra cuestión similar entre el nazismo y la Unión Soviética, ya que los presos eran más que nada mano de obra baratísima-. Cuando los presos vuelven siempre roban viruta y astillas para prender las maderas de los barracones. Esto está penado por los contables del Estado. Pero los guardias hacen la vista gorda y antes de entrar al campo, a varios los hacen soltar la madera, ya que los guardias igualmente la necesitan para caldear sus aposentos.

Esta organización informal muchas veces hace que las órdenes de la comandancia queden en desuso, parece que lo informal pesa mucho más que las reglas emanadas de los poderes.


Y después la orden cayó en desuso a las calladas, como tantas órdenes que levantan ruido. Pág. 177.


Se nos cuenta sobre los privilegiados en el campo, los «enchufados». También esto tiene muchas similitudes con los campos nazis descriptos por Primo Levi, ya que allí los kapos eran prisioneros que tenían a su cargo a varios más. Eran personajes temibles. Aquí los jefes de regimiento –la forma de estructura formal de los prisioneros recuerda a los esquemas militares- conviven con los demás prisioneros, y están privilegiados –por ejemplo le dan dos raciones de comida- pero es esencial para los demás tener uno bueno. Porque el pago se hace a prorrata del trabajo, y el jefe es que el negocia. Además volviendo a lo informal, muchas veces este tiene que sobornar a varios para conseguir sus objetivos.

Este mundo quedó disuelto. Todo esto ya no existe, pero cada vez que volvemos a abrir este libro todo lo que se narra vuelve a vivir y no queda en el olvido. Porque esto no tiene que quedar en el olvido. Muchas veces creo que Primo Levi o Alexandr Solzhenitsyn escribieron estos libros para dejar atrás, pero haciendo esto dejaron testamentos de lo inhumano que puede llegar a ser el hombre. De cómo personas que son esencialmente buenas puestas en estos sistemas dejan de ser hombres. Los nazis querían que los prisioneros en sus campos de exterminio dejen de ser humanos. Los soviéticos imitaron esto –aunque los campos siempre existieron, Stalin tuvo que ir a buscar a varios Generares y sacarlos de Siberia cuando Alemania Nazi lanzó su ataque sobre Rusia. Eso es lo que genera que el peor enemigo del preso sea el otro preso (“¿Quién es el principal enemigo del preso? Pues otro preso. Si los reclusos no pelearan entre sí, los mandos no tendrían ningún poder sobre ellos” Pág. 164). Por suerte, también se nos demuestra que no toda la humanidad se pierden, y hay charlas sobre artes y hay momentos en que se demuestra afecto y cariño con los más débiles, aunque se sabe que si no aprenden a vivir en ese lugar, lo más probable es que no duren.

La prosa del libro es simple y directa. Las cosas están ahí. Hay un narrador omnisciente que hace un camino y nos cuenta la vida del preso Shújov –y sus compañeros de barraca-, pero muchas veces los monólogos interiores del personaje se mezclan en el relato haciendo que se use el plural en la narración. Eso hace que nos sintamos un poco en el campo, eso hace pensar que a veces Solzhenitsyn está todavía en el campo.



sábado, 21 de agosto de 2010

domingo, 15 de agosto de 2010

Los Iguales.

Hay un momento crucial en la novela Vida y Destino de Vasili Grossman donde creo que se demuestra la idea –el alma del libro- que hay detrás de las más de mil paginas. Este se da alrededor del medio del libro, cuando un bolcheviques creyente se encuentra con el representante de la SD del campo de concentración alemán donde está preso durante la Segunda Guerra Mundial.

Aunque cosas muchas –demasiadas historias giran alrededor de la principal- cosas pasan en todos los costados; la novela narra –principalmente- la batalla de Stalingrado, que es el momento decisivo de la Segunda Guerra Mundial (quizá hasta más crucial que la “Operación Overload” con su desembarco en Normandia incluido). Esta batalla es el momento en que por primera vez algún ejército pudo detener el avance alemán. Cuando se empieza con la novela ya entramos en una ciudad devastada, derruida y en penumbras. Los rusos estaban escondidos a las orillas del río Volga y los alemanes controlaban casi la totalidad de la ciudad sitiada.

Siempre se la compara con la Obra de Lev Tolstoi, y así como en Guerra y Paz, nos encontramos con una familia desperdigada por toda el Rusia en guerra, en varias ciudades y varios frentes distintos con diferentes situaciones y privilegios. En la obra de Grossman se nos muestra la gente que sufre en el campo de batalla, los que están en Kazán porque tuvieron que abandonar, la también sitiada, Moscú; grupos de tanquistas en el Caúcaso, físicos, presos y, unos pocos alemanes.

El avance alemán llegó hasta Leningrado –San Petersburgo- en el norte. Hasta las cercanías de Moscú, llegando a sitiar la capital de la Unión Sovietica –Napoleon tomó la ciudad y Tolstoi describe la entrada del Grande Armee en la ciudad y su posterior salida; todo era parte del plan del General Kutusov-. Luego, por la necesidad de petróleo para poder continuar con el avance, la Alemania Nazi puso su mirada al sur, en la zona del Caucaso, donde estaban los recursos económicos más preciados. El punto estratégico era toda la zona del río Volga y la del río Don. Sobre una margen del primer río se encuentra la ciudad de Stalingrado (Que adquiere su nombre porque en la Revolución Rusa Stalin con el ejercito Rojo la reconquistó del Imperial Ejercito Blanco).

Los nazis ponen el foco sobre esa ciudad, siendo el punto estratégico para su entrada al Golfo Pérsico; pero ahí es donde todo el avance se frena. Hitler pensaba que la resistencia iba a ser poca y ni siquiera hace planes para el invierno ruso, que a la postre fue uno de los más duros. Tal vez por el nombre de la ciudad pero allí parece ser que la guerra se torna personal entre Hitler y Stalin, como dicen varios personajes en la novela.

La batalla ruge durante todas las mil cien páginas. Si no es de forma directa, siempre está ahí atrás haciendo ruido, dónde se ponen los ojos, con los sonidos de las muertes y los fusiles. Los personajes mueren de repente, sin aviso, como debe pasar en la guerra, en un capitulo están vivos, amando, tomando y emborrachándose, y al próximo asistimos a su muerte. A algunos los aprendemos a conocer mucho, de otros casi nada sabemos.

Se habla bastante de la política de “ni un paso atrás”, donde a los soldados del Ejercito Rojo que retrocedían los fusilaban los soldados políticos del régimen, está era orden personal de Stalin y se hacía en su nombre. Entre la amalgama de personajes están los que creen fervientemente en el proceso revolucionario y los que tienen sus dudas y reparos, aunque muchas veces tengan miedo de hablarlo. Porque en la novela, todo está dicho en susurros. Los personajes no dicen lo que piensan sobre la guerra, sobre Stalin; y cuando lo dicen, piensan mucho en las posibles consecuencias.

También asistimos al antisemitismo que había en la Unión Soviética en esa época. Uno de los personajes principales, judío, por primera vez se piensa a sí mismo de esa forma; varios personajes empiezan a notar que los ucranianos o rusos hablan sobre ellos y los cuestionan por ser así. Asistimos así también a una desgarradora escena donde ciudadanos soviéticos judíos mueren en la cámara de gas de un Lager alemán.

Y así nos vamos dando cuenta de la idea. El punto es que en la ciudad de Stalingrado (Antes era Tsaritsyn y desde el proceso de desestalinación se llama Volgogrado) chocan dos fuerzas que son iguales. El concepto es mostrarnos cómo en esa batalla en especial chocan dos regímenes similares, con idea de Partido y campos de concentración para sus opositores políticos (U otros fines). Grossman quiere mostrar que tanto Stalin como Hitler eran muy parecidos y que los Estados que manejaban con puño de hierro eran similares.

En el medio de la novela el Obersturmbannführer Liss le dice al bolchevique Mostovskói, uno de los fundadores del partido, esto:


“¡Dos polos! ¡Eso es! Si no fuera así, esta terrible guerra no existiría. Nosotros somos sus enemigos mortales, sí. Pero nuestra victoria será su victoria. ¿Lo comprende? Si ustedes ganan, nosotros moriremos y viviremos en vuestra victoria. Es algo paradójico: si perdemos la guerra, seremos los vencedores, continuaremos desarrollándonos bajo otra forma, pero conservando la misma esencia.”

Vida y Destino, Vasilli Grossman, página 504.


El ruso cree que el nazi quiere jugar con su cabeza para sacarle información – cualquiera que sea – pero el nazi sólo quiere su información para escribir un libro sobre sociología. La teoría de Liss, explícita, es que los dos regímenes son lo mismo: Que tienen los mismos campos de concentración, la misma política de partido. Un líder que los lleva para delante y que se hace – hasta con temor – lo que ese líder quiere, el nombre puede ser Hitler como puede ser Stalin, da igual.

Stalingrado es el momento en donde las dos fuerzas iguales chocan con mayor fuerza. El sitio de la ciudad, deja de ser un lugar estratégico donde millones de almas pelearon por la grandeza de un Estado, en el cual podían creer o no. Esa batalla es el ego de los dos dictadores, la cuestión es personal. Es entre Hitler y Stalin, no entre los ejércitos. La batalla se torna personal entre los dos dictadores, sobre los que pesan sobre sus espaldas las miles de muertes por esa batalla, por esa guerra. Pero no es sólo en el Sitio de Stalingrado, tienen además el peso de las muertes en los Lagers o los GULAGs, donde en ese mismo momento morían opositores de ese estado –es bueno también ver lo poderoso del Estado soviético, ya que en el libro hay varios de los que están presos que realmente creen en el Partido, en el Estado, y que no tienen idea de porqué están allí, pero lo aceptan por la grandeza de ese mismo Estado.

La batalla se resuelve durante las páginas del libro. Entramos con la batalla comenzada y, quizás, en el momento más bajo de la resistencia soviética y nos vamos del libro con el final de la “Operación Urano” cuando los rusos logran rodear al 6° Ejercito Alemán del general Paulus –al cual Hitler lo asciende para que se suicide, ya que ningún Mariscal alemán antes de él se había rendido- y los que eran los sitiadores pasan a ser los sitiados. Es el momento en que un régimen deja de ser arrollador y pasa a la etapa defensiva, mientras el otro es la otra cara de la moneda. Pero siempre siendo la misma moneda.

Al final del libro se lee que, aunque los regímenes son lo mismo, sus momentos triunfales –su cresta de la ola- están en diferentes fases. Uno llegó a poder y creció rápidamente; al otro le costó más nacer y pero duró más tiempo. La novela muestra el momento en que un régimen le deja la posta al otro.

En esa misma conversación citada arriba, Liss le dice, y Esto no lo dije yo, al viejo bolchevique:


¿Cree que el mundo nos mira a nosotros con horror y a ustedes con amor y esperanza? Créame, quien ahora nos mira con horror a nosotros, también les mirará con horror a ustedes.

Vida y Destino, Vasili Grossman, página 508.


Y por detrás de la novela, también está la otra historia. La historia de cómo fue publicado el libro, de las prohibiciones y de cómo la KGB persiguió al autor. De cómo al régimen no le gustó leerse descrito en la Gran Guerra Patriótica. O quizá no le gustó verse en el espejo, y notarse igual que al régimen Nazi.


Vida y Destino.

Ed. Lumen.




miércoles, 11 de agosto de 2010

El Caos (Sobre La Guardia Blanca).



Primero hay un cierto régimen, siempre hay algo antes. Luego tenemos algún tipo de revolución que pelea contra ciertos aspectos del anterior régimen. La revolución dura un cierto tiempo donde puede imponerse o caer derrotado por el enorme peso de lo que quiere destruir. Pero ahí ya tenemos una guerra civil, una guerra entre hermanos que luchan algunos por lo que era el antiguo régimen y otros por lo que quieren imponer. La revolución siempre dura menos que la guerra que la sigue.

Para hacer un análisis más corto se puede tomar como epicentro una ciudad. También se puede achicar todo al intentar ver todo lo que pasa en esa ciudad desde el punto de vista de una familia. Y ahí se puede ver –leer- todos los movimientos, las idas y vueltas de una guerra civil. Algo así es lo que hizo Mijaíl Bulgákov en La Guardia Blanca (1922-24). Tomando la ciudad ucraniana de Kiev –la primera ciudad rusa, como se repite tantas veces a lo largo del texto, tal vez por el Rus de Kiev- y la familia Turbin. Ahí se leen los avatares de los primeros momentos de la guerra civil rusa.

El libro tiene como protagonistas principales a personajes blancos –eran parte del movimiento contrarrevolucionario zarista que había aparecido luego de la toma del poder por parte de los bolcheviques-, así como el autor que era médico en el mismo ejército. Alekséi Turbin era medico y zarista:


- Yo –dijo Turbin, moviendo la cabeza-, desgraciadamente, no soy socialista, sino monárquico y le debo decir que, incluso, no soporto la palabra socialista. Y de todos los socialistas, más que a nadie, odio a Alejandro Fedórovich Kerenski.

Página 87.



También están la hermana del personaje principal, que se llama Elena, que está casada con un militar que la deja para ir a buscar los ejércitos de Denikin en la zona del Río Don. El hermano menor se llama Nikolka, que a su vez es parte del ejército blanco. Todos ellos se alistan para defender a la ciudad de Kiev de los nacionalistas ucranianos conducidos por Petliura.

En el libro se lee más que nada el caos que generó la revolución rusa de 1917, porque en el libro se mezclan los socialistas, los blancos y los nacionalistas ucranianos que van en busca de la capital del país. También es difícil de entender qué Estado Mayor militar queda en la ciudad, ya que en ella se había constituido un Atamán que era el máximo poder. Este es un término cosaco que significa el líder.

La novela sigue los pasos de estos hermanos durante los agitados días en que el ejército nacionalista viene y toma la ciudad. El caos se abate sobre las páginas ya que todos tienen miedo y muchos saben que el intento de defender la ciudad es una causa perdida. La única muestra de heroísmo que se nos muestra en la novela la tiene un oficial Nai-Turs:


- ¿Cómo murió?

- Murió –respondió Nikolka con su mejor tono de voz-, murió como un héroe… un verdadero horror. En el último momento ordenó a los cadetes a escapar, justo a tiempo, y él mismo cubrió su retirada, disparando –Nikolka comenzó a llorar-. Caímos bajo el fuego de una ametralladora y a mí casi me matan –Nikolka lloraba y contaba al mismo tiempo-. Nos quedamos nosotros dos solos y él me insultaba para que yo me fuera y disparaba la ametralladora. Sorpresivamente nos tendieron una emboscada y por todas partes llegó la caballería. Por todas partes.

Página 240



La narración es más que nada los días que dura el intento de defensa de la ciudad y la toma por parte de los ejércitos nacionalistas. Los bolcheviques son una lejana sombra que también pesa sobre las cabezas de los habitantes de la ciudad. Pero su principal temor era a Petliura, al que se lo nombra en toda la novela pero nadie nunca sabe bien dónde está, qué quiere. Este es el personaje fantasma ya que está mencionado en todas partes pero nunca se lo ve. Hasta cuando sus efectivos hacen la celebración de la toma de Kiev, los habitantes de la esta, llevados quizá por el deseo de verlo, saber cómo era, en turba lo busca y lo confunden con muchos oficiales. Es la sombra negra, es el fantasma que se asomaba contra Kiev, que la cubre pero que nunca se lo ve.

Pero las acciones son vistas más que nada por los Turbin y por sus amigos más cercanos, que todos están bajo el control del Atamán y del Estado mayor. Ellos se alistan en el ejercito de que va a proteger la ciudad, y si lo logran intentarán la marcha hacía Moscú (En algún momento al principio de la novela se habla de esto). Pero a su vez hay que saber que Ucrania está tomada por Alemania, por la Primera Guerra Mundial, que está en retirada de esa zona. Al principio los habitantes de la ciudad esperan que los proteja el ejército Alemán y depositan sus esperanzas en ello.

La ciudad es un caos. El libro es bastante caótico, mezclando los sonidos de las turbas y las personas al costado a los diálogos. Hay poemas y recitados que aparecen y desparecen, y es un libro coral, lo que hace que los personajes aparezcan y desaparezcan perdidos en el caos que era la ciudad en los momentos de la guerra civil.

Las figuras de los zares y de todos los símbolos zaristas del pasado aparecen en cuadros, en canciones y en el dinero. Ese es el poder que se derrumba y que muchos, como los Turbin quisieran que todavía estén.

Nos cuenta la vida en unos días de estos personajes, sus pensamientos y lo que ven durante la toma de Kiev. Es el momento de tomar decisiones, allí están los personajes aferrados al viejo régimen que retumba por los ecos de la revolución en Moscú y San Petersburgo –las capitales del Imperio-. Y está su vida, su pelea contra los nacionalistas y lo que les pasa a ellos, afectivamente y físicamente. Una familia se puede destruir durante una guerra o, milagrosamente, salir ilesa en todos sus integrantes. Y allí están los Turbin, fervientes creyentes de la monarquía a principios del Siglo XX donde sólo tener el cuadro de Alejandro I en su casa podría llegar a traerle consecuencias importantes.

La novela narra el caos sin heroísmo, sin moraleja, sin realismo socialista, sin juicios de moral del narrador. El régimen soviético prohibió a Bulgakov por esta novela y por Margarita y el Profesor, novelas que se pasaban de mano en mano como “samizdat”. Y aquí tenemos un personaje principal, y muchos secundarios que son blancos.

La novela narra el caos, narra el desgobierno de una revolución, como dice un personaje (que no es blanco: “(…) créame, nunca estuve a favor del antiguo régimen (…)”) luego que “revolucionarios” le hayan robado en la casa y casi matado:


(…) Aquí, en Rusia, en este país, sin dudas el más atrasado, la revolución se ha convertido en un caos… (…)

Página 219.


Pero la novela no termina donde termina, porque luego de tomada por los ucranianos y con sus banderas amarillas y azules, luego vienen los bolcheviques que se ven a todo momento en la narración como el fantasma más lejano, contra los que va a haber que luchar luego. El caos hace que una ciudad tomada por Alemania, luche al mismo tiempo contra los nacionalistas y con un ojo abierto mirando el horizonte porque saben que por el Dnieper, van a aparecer los Bolcheviques con sus banderas rojas, y todo va a volver a suceder.


(…) Sí, Chervinski lo ha dicho, llevan estrellas rojas en los gorros. ¿Volverá el horror a la Ciudad?... Probablemente sí… Bueno, esta noche. Es posible que sus convoyes ya estén en las calles…

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