lunes, 18 de octubre de 2010

De Luna a Luna (Sobre Un día en la vida de Iván Denísovich)

Se levantó a las cinco de la mañana, con la luna en el cielo. Y con la luna en lo alto y volvió a la barraca. Ese es el día de Iván Denísovich Shújov. Un día en su vida durante su periodo de diez años de reclusión en un campo en Siberia, en el séptimo año. Cuando lo encontramos es de mañana, cuando lo perdemos es de noche. Pasó un buen día, un día normal en el campo donde pasan muchas cosas, buenas y malas. Algunas absurdas y otras, en su contexto, gloriosas.

Eso es lo que nos cuenta a fin de cuentas Alexandr Solzhenitsyn en su novela Un día en la vida de Iván Denísovich. El título no miente. La novela es, a su vez, varias cosas. En su momento fue una denuncia. A su vez, el gobierno de Niñita Jruschov, lo uso como panfleto político en su política de ablande del periodo de Stalin. Pero por último es una obra de arte. Todo se junta en la novela, la novela lo es todo.

Al recrear el campo hace que ese mundo sea revivido por los lectores. El mundo siempre renace desde los recuerdos, así como lo hizo Primo Levi con su libro Si Esto Es Un Hombre. Y la mención no es azarosa, ya que los campos del régimen soviético tienen mucho que ver con los campos de exterminios nazis. Algunos campos liberados por los soviéticos en el avance del Ejército Rojo hacía Berlín fueron vueltos a utilizar por ellos. Y así nos encontramos de vuelta con Shújov. Él está cumpliendo una condena de 10 años como muchos (Algunos cumplen 25) pero nos enteramos que no es culpable, en el universo kafkiano del régimen soviético todos eran lo que el Estado decía. (Vasili Grossman dice en Todo Fluye y creo que el ejemplo sirve para dar un paradigma: “Stalin murió sin que estuviera planificado, sin la indicación correspondiente de los órganos directivos. Murió sin la orden personal del propio camarada Stalin”. Pág. 38, Ed. DeBolsillo, 2010). Ni el fiscal ni el mismo acusado habían podido encontrar qué poner en el proceso, así que quedó una simple traición:


Según obraba en el sumario, Shújov había sido condenado por traición a la Patria. Confesó que sí, que se había dejado capturar con intención de traicionar a su país, y que los alemanes lo soltaron para cumplir una misión secreta. Ni a Shújov ni al juez de instrucción se le ocurrió de qué misión podía tratarse. Así que el sumario lo dejaron simplemente como “una misión”. Pag. 97


Pero esto no es lo importante en la novela. No es importante qué haya presos injustamente, que los presos políticos a veces se mezclen con los presos comunes o que a los baptistas sólo por el hecho de ser baptistas les den directamente 25 años. No. La novela trata de un día en la vida de un prisionero –un hijo del- campo, del GULAG. Está es la versión novelada, ficcionada –hasta cierto punto- de su testamento Archipiélago GULAG.

Por eso se nos cuentan los pormenores de la vida. Nos cuenta sobre el frío, sobre qué hacer si te sentís mal –cuando conviene ir al médico-, qué hacer para sentirse fuerte, qué hacer. Nos cuenta sobre la organización formal del campo y, lo más importante, lo que sólo conocen las personas que vivieron –y sufrieron- en él. Así como Primo Levi en su monumental testimonio nos cuenta sobre Auschwitz, Solzhenitsyn nos cuenta sobre las prisiones en el régimen soviético.

Las cuestiones más importantes son, en cierto punto, la ropa y la comida. Entonces nos da una pormenorizada descripción de la ropa de trabajo y de las botas que les entregaban a los presos. También nos dice que hay que cuidar más que nada los pies:


Con esos mitones que no valían gran cosa, tenía los dedos yertos y no los sentía. La bota izquierda aguantaba. Las botas eran lo más importante. Las manos se desentumecen solas cuando te pones a trabajar. Pág. 85.


Otro punto es la organización informal del campo, que es muy interesante. Por ejemplo, los guardias también sufren el frío de las largas marchas desde el campo hasta el lugar donde trabajan –y aquí hay otra cuestión similar entre el nazismo y la Unión Soviética, ya que los presos eran más que nada mano de obra baratísima-. Cuando los presos vuelven siempre roban viruta y astillas para prender las maderas de los barracones. Esto está penado por los contables del Estado. Pero los guardias hacen la vista gorda y antes de entrar al campo, a varios los hacen soltar la madera, ya que los guardias igualmente la necesitan para caldear sus aposentos.

Esta organización informal muchas veces hace que las órdenes de la comandancia queden en desuso, parece que lo informal pesa mucho más que las reglas emanadas de los poderes.


Y después la orden cayó en desuso a las calladas, como tantas órdenes que levantan ruido. Pág. 177.


Se nos cuenta sobre los privilegiados en el campo, los «enchufados». También esto tiene muchas similitudes con los campos nazis descriptos por Primo Levi, ya que allí los kapos eran prisioneros que tenían a su cargo a varios más. Eran personajes temibles. Aquí los jefes de regimiento –la forma de estructura formal de los prisioneros recuerda a los esquemas militares- conviven con los demás prisioneros, y están privilegiados –por ejemplo le dan dos raciones de comida- pero es esencial para los demás tener uno bueno. Porque el pago se hace a prorrata del trabajo, y el jefe es que el negocia. Además volviendo a lo informal, muchas veces este tiene que sobornar a varios para conseguir sus objetivos.

Este mundo quedó disuelto. Todo esto ya no existe, pero cada vez que volvemos a abrir este libro todo lo que se narra vuelve a vivir y no queda en el olvido. Porque esto no tiene que quedar en el olvido. Muchas veces creo que Primo Levi o Alexandr Solzhenitsyn escribieron estos libros para dejar atrás, pero haciendo esto dejaron testamentos de lo inhumano que puede llegar a ser el hombre. De cómo personas que son esencialmente buenas puestas en estos sistemas dejan de ser hombres. Los nazis querían que los prisioneros en sus campos de exterminio dejen de ser humanos. Los soviéticos imitaron esto –aunque los campos siempre existieron, Stalin tuvo que ir a buscar a varios Generares y sacarlos de Siberia cuando Alemania Nazi lanzó su ataque sobre Rusia. Eso es lo que genera que el peor enemigo del preso sea el otro preso (“¿Quién es el principal enemigo del preso? Pues otro preso. Si los reclusos no pelearan entre sí, los mandos no tendrían ningún poder sobre ellos” Pág. 164). Por suerte, también se nos demuestra que no toda la humanidad se pierden, y hay charlas sobre artes y hay momentos en que se demuestra afecto y cariño con los más débiles, aunque se sabe que si no aprenden a vivir en ese lugar, lo más probable es que no duren.

La prosa del libro es simple y directa. Las cosas están ahí. Hay un narrador omnisciente que hace un camino y nos cuenta la vida del preso Shújov –y sus compañeros de barraca-, pero muchas veces los monólogos interiores del personaje se mezclan en el relato haciendo que se use el plural en la narración. Eso hace que nos sintamos un poco en el campo, eso hace pensar que a veces Solzhenitsyn está todavía en el campo.



2 comentarios:

ericz dijo...

Extrordinaria novela.

La de tu hermana dijo...

generares grandes dudas! que cosas están ahí? por que ese afán desmesurado por generalizar absolutamente todo. Me imagino a un cíclope de trecientos metros creyendo que lee y entiende, cuando solo puede ver puntos minúsculos en un terreno que le queda demasiado lejos.