viernes, 26 de marzo de 2010

La Prefiguración de la búsqueda.

V. (1963) es la primera novela de Thomas Pynchon. Pero V. prefigura todo, desde personajes hasta historias, pero más que nada búsquedas (Quizá el patrón principal de Pynchon). Esta novela se divide claramente en dos tratamientos: el de la historia de la búsqueda por parte de Herbert Stencil de lo que sea V. y lo que vaya haciendo/encontrando, con su vida Ben Profane.
Eso podría ser el gran resumen de la novela. Porque mientras uno busca desesperadamente algo (No sabe bien porqué, no sabe bien qué es, no sabe bien dónde) el otro va haciendo yoyó de arriba abajo, yendo a un lado y volviendo al otro para volver a empezar. Mientras que Stencil, siguiendo los pasos de su padre Sydney Stencil -Quizá porque el fin de su padre está relacionado con esta busqueda-, anda en la búsqueda de la letra V., Profane anda dando vueltas por la costa Este de de los Estados Unidos desde que dejó la Armada.
Lo complicado es que la letra está en todos lados y asume muchas formas: como Victoria –cap. 3-, como Verónica –cap. 5-, como la Venus de Boticcelli –cap. 7; uno de los que más referencias tiene a la letra-, Vera –cap. 9-, V. –cap. 14-, otra vez Victoria en el epilogo; pero también puede ser cosas y lugares –como Vheissu o Venezuela.
Herbert Stencil busca desesperadamente a V., eso lo sabemos. Pero hay misterios dentro de ese derrotero que va llevando. Es una consigna que le viene desde la familia, su padre se perdió en Malta en su trabajo para el Foreign Office, tal vez aquí tenemos alguna respuesta:

Hay más detrás y dentro de V de lo que ninguno de nosotros ha sospechado. No quién, sino qué: qué es ella. Quiera Dios que nunca me vea en la obligación de escribir la respuesta, ni aquí ni en ningún informe oficial.
Thomas Pynchon, V.. Tusquets, Pág. 57.

La razón de Stencil –desde 1945 en adelante- es V. (“porque era a V a quien perseguía” Pág. 58). Y nos encontramos, en esta novela, que nos muestra el viaje de este personaje en busca de esa letra, de esa mujer, de esa cosa; aunque puede ser que no importe qué sea V., es lo que busca.Pero eso es la mitad de la novela. En la otra parte, siempre rondando (Y en ecos) a la otra, está la vida de Profane, que hace las más variadas actividades y profesiones. En él todo es caótico y casi va como lo lleva el viento –o el movimiento del yoyo, como le gusta a los miembros de la Dotación llamar a esa actitud, hasta tienen un juego de quien puede hacer el movimiento de yoyó más grande, uno de los mienbros de la Dotación Enferma pasó toda una noche en un subte yendo y vieniendo, estableciendo un nuevo record. Es la contrapartida a la estructurada conciencia del otro personaje. Es la contrapartida que sirve para contar y desvariar en el libro.
Hay dos tipos de capítulos, los de la búsqueda, que son de Stencil (Salvo una pequeña discreción en el capítulo 5 donde Profane está cazando un caimán en las alcantarillas de Nueva York –pues ese es su trabajo en ese momento, al que cayó sin buscarlo- y se encuentra en una zona donde un reverendo pensando que la ciudad estaba perdida se dedica a evangelizar a las ratas, donde su amada es Verónica, una rata; pero Profane en vez de dispararle al caimán le dispara a Stencil sin darse cuenta, aunque tampoco lo ve; este párroco es el mismo que luego reaparecerá en Malta en el pasado, con Sydney Stencil), que nos llevan por los más diversos lugares (Egipto, fines de siglo XIX; Florencia, 1904; África Sud-Oriental, 1922; Malta, París) en diferentes tiempos históricos.
En
los capítulos de Profane, donde va y viene, no hay coherencia en lo que hace y allí aparecen los más variados personajes desde músicos de Jazz (Clinton McClinic, Que quiere encontrar el Flip-Flop como estilo) hasta una dotación de artistas que sólo pintan cierta fruta. Aquí se expande el universo que antes se contrae en una exploración universal. Interesante es ver que Profane sin buscar nada, muchas veces encuentra y Stencil que todo lo que hace es buscar, no encuentra. La pregunta que hay que hacer es ¿Quiere encontrar? La respuesta quizá está en este extracto:

Encontrarla, y luego ¿qué? Únicamente que el amor que pudiera haber para Stencil se había convertido en algo dirigido totalmente hacia dentro, hacia ese adquirido sentido de lo animado. Una vez encontrado, difícilmente podía soltarlo; era algo demasiado caro. Para mantenerlo tenía que perseguir a V. Pero, si la encontraba ¿Qué otro lugar habría que volver sino al retorno de la semiinconsciencia? Trató de no pensar en ningún punto final de la búsqueda. Aproximarse y evadirse.
Thomas
Pynchon, V.. Tusquets, Pág.. 58.

Porque
en las novelas de Thomas Pynchon el vagar, el buscar, el presentir conspiraciones, es mucho más importante que el encontrar, el medio es más importante que el fin. El pulso de los personajes de este autor, está en la búsqueda, pero siempre ellas no tienen respuestas fáciles de encontrar y, muchas veces, no las encuentran. Ni lo desean.Pero siempre hay cosas que conectan el presunto Caos en las novelas de Pynchon. Hay un cierto motor interno que hace que haya coherencia en los actos, en las narraciones y disgreciones. En la dotación, que frecuenta Stencil y que acoge a Profane, está Paola Job, que es la hija de un doble agente Maltés que sirvió para el padre de Stencil. Allí está el link, y tal vez por eso Stencil se encuentra ahí.
El
tiempo, también es importante. La trama se mueve entre 1955 y 1956, el tiempo va para adelante siempre en los capítulos de Profane. Es una línea constante para delante. En ese mismo tiempo, el otro busca en el presente lo que le puede dar la pauta de la misteriosa letra. Tal vez si el tiempo siempre va para adelante quiere decir que nada hay detrás, y tal vez eso es Benny Profane, simplemente futuro.


Per
o a su vez, en esos mismos capítulos puede haber violentas regresiones, donde los personajes –principales, secundarios o muy minúsculos- recuerdan algo que les pasó, y el narrador lo cuenta con lujos de detalles (Esta técnica será llevada al extremo en El Arco iris de la gravedad donde a mí gusto no da tantos buenos resultados como en esta novela).


También
tenemos muchos capítulos de Stencil donde sólo nos cuentas cosas que han pasado en el pasado, retrotrayendo la acción muchas décadas en el pasado en el busca del avatar de V. y de quién es. Hay capítulos, como los de Egipto, Florencia, África y París, que son sólo pasado, donde hay un juego totalmente diferente de personajes, estos capítulos -muy importantes en la búsqueda, y que son capítulos Stencil- son extractos de diarios, ideas o congeturas para luego volver al presente y seguir.
Esta es una de las dificultades de cualquier novela de Thomas Pynchon, debe haber cientos de personajes que van y vienen, que aparecen y desaparecen, a la vez, teniendo o no que ver con lo que se cuenta. Como en la vida de cualquier persona, hay personajes que no aportan nada la historia –en este caso la búsqueda de quién es V., qué es V., dónde está V. y porqué busca a V.-, pero en esta novela, todos esos personajes tiene algo más de cabida en la no-búsqueda (Y el encontrar) de Profane.
Hay siempre en la novela un ir-venir (el yoyó), un emisor-receptor (V. y Stencil), un Flip-Flop. Siempre hay un juego, pero queda la sensación que hay algo más allí, algo que no se nos dice en la novela. (Profane sólo puede recibir y Stencil sólo puede buscar, ahí están los dos polos de la novela). Llega un punto en que dudados de todas las palabras con letra V -Existe el día V.E. = Victory in Europe-:

V. era a estas alturas un concepto notablemente extendido.
Thomas Pynchon, V.. Tusquets, Pág.. 408.

Y todo termina en dónde probablemente empezó. En la isla de Malta:

-Stencil no quiere ir a Malta. Sencillamente tiene miedo. Desde 1945, comprendes, ha estado empeñado en una caza privada del hombre. O una caza de la mujer, nadie lo sabe a ciencia cierta.
- ¿por qué? – dijo Profane.
- ¿y por qué no? –dijo Stencil-. Si te diera una razón clara significaría que ya ha dado con ella. (…)
Thomas Pynchon, V.. Tusquets, Pág. 404

Y ahí está. Stencil no sabe bien porqué la busca. Lo hace, porque sino estaría en un estado de inconciencia. Porque buscar (Como a Profane lo hace recibir/encontrar un schlemihl) le da la razón de su vida (“(…) que Stencil estaba buscando en ella su propia identidad. (…)”).
Al final, con esto sabemos que Stencil no puede encontrar a V., no está dentro de las posibilidades que se plantea. Y Profane termina haciendo yoyó en Malta donde Paula vuelve a su ex-marido, el que dejó al principio (o un poco antes) del inicio del libro. Muchas veces quedamos perplejos ante ciertos movimientos de la historia, pero hay algo que nunca se le puede reprochar a Thomas Pynchon, el te da todo. Todo está en la novela, están las razones, están los lugares, están hasta los datos superfluos. Y el resto sólo le queda al lector. Como en algún punto se dice en la novela:

La única manera de ver si se trataba de un código consistía en intentar descifrarlo.
Thomas Pynchon, V.. Tusquets, Pág. 260

Tal vez V. sea la mejor puerta de entrada a la literatura de Thomas Pynchon. Aquí está todo como en un germen, todo va a crecer y va a llegar a proporciones universales (El arco iris de la gravedad, Mason & Dixon, Against the day), pero antes tiene que empequeñecerse hasta casi su mínima expresión (La Subasta del Lote 69) pasando por el gran caos (Vineland); pero en está novela, está todo lo que será luego Thomas Pynchon, el que avisa no es traidor.





25 de Marzo 2010; GCP.

1 comentario:

sonoio dijo...

entonces me quedo y empiezo con V

un abrazo!
y genial el blogg