sábado, 13 de junio de 2009

Tríptico

Cuestiones que se me ocurrieron mientras leía la “Trilogía Involuntaria” de Mario Levrero, constituida con las novelas en orden cronológico: “La Ciudad”, “París” y “El Lugar”. Novelas que fueron escritas en un lapso de tiempo considerable que, sin ser escritas pensadas como un ente, el autor las junto con esa denominación ya que el estilo, las formas y las ideas (Cuestión absolutamente abstracta) son similares en las tres. Leídas seguidas forman una trilogía.

Mi tríptico de ideas sobre esa lectura:



1- Kafkiano: La construcción de un mundo lleno de lugares en donde todos se pueden encontrar y descubrir es una de las características del ideario de Franz Kafka. Las cosas son naturales y el mundo es tan similar al nuestro como lo podemos ver al ir al tomar un colectivo o estar en una oficina sacando un documento. Pero en cierto punto siempre se produce un cambio que hace que ese mundo tan cotidiano tome un carácter espectral que trastoca el carácter realista (Aunque la realidad no existe en la ficción) de la descripción. El que haya gente que te acuse de algo, que el personaje se despierte convertido en un insecto monstruoso y demás. El relato no cambia el tono – o el relato es – sino que está ahí escrito de la misma forma que se podría comentar la batalla de Austerlitz.

Levrero cuenta que cuando estaba escribiendo “La Ciudad” (acaso la más Kafkiana del ciclo) leía a la tarde casi religiosamente a Kafka y luego a la noche se ponía a escribir la novela. El tono característico del escritor checo está en las tres novelas, pero en “La Ciudad” se siente mucho más. Hasta la novela empieza con una cita de él.

El por qué es algo que siempre da vuelta en estos momentos de la forma de escribir de Kafka, y el por qué de las cosas que le pasan al personaje anónimo en primera persona de las novelas de Levrero también es algo importante desde mi lectura. Ese es uno de los misterios, es lo que se nos niega del relato y lo que le da el carácter fantasmal a los relatos. Nadie sabe porqué buscan a K en “El Proceso” ni sabemos porqué el Gregorio Samsa de “la Metamorfosis” despierta convertido en un insecto. Aunque siempre algo hay, porque se genera una culpa y una angustia muy poderosa que recorre las acciones de estos personajes durante toda la historia.

Desde hace mucho tiempo me parece que para que la estructura de lo Kakfiano funcione se tiene que dar algo expresado por un oficial en el cuento llamado “La Colonia Penitenciaria”, y esto no lo dije yo:


Mi principio fundamental es éste: la culpa es siempre indudable.

Franz Kafka, La Colonia Penitenciaria.


Porque K ya es culpable y por eso se le hace el juicio, porque Samsa despierta hecho insecto y por eso está purgando su culpa. Y en los personajes de Levrero de la “Trilogía Involuntaria” también. En “La Ciudad” el personaje se pierde y todo el mundo se junta para hacerle pasar un mal rato, el es culpable de haberse perdido en una noche oscura. En “París” el personaje es culpable de haberse subido a un taxi y que lo lleven al hotel donde el cura le da una habitación pero de donde no puede salir – aunque sí puede, de hecho – porque sino le disparan unos mosqueteros que custodian el edificio. Y en “El Lugar” el personaje es culpable por eso está en ese laberinto de habitaciones que se van degradando a medida que avanza.

Cuando uno lee estas novelas uno va sintiendo (En parte por la crítica que habla por demás del tono Kafka y en parte porque así lo sentí yo, por lo menos) que Kafka siempre está ahí atrás, mirando lo que hace un oriental con su forma de narrar.




2- Ciclos: Las novelas empiezan en un lugar y terminan en el mismo lugar. La primera novela es “La Ciudad” que empieza en la habitación del personaje en un pueblo al que él no conoce y que llega para usar una casa por determinado tiempo, por ciertas razones que nunca nos son explicitadas. La novela trascurre y termina cuando nos dice que compra un ticket de tren para Montevideo (El único punto del mapa donde se nos dice dónde está el personaje, en que país por lo menos, el único punto geográfico conocido es un destino que puede no ser alcanzado).

“París” es la novela más surrealista de las tres, en mi forma de leer estas novelas. Leída sola yo hubiera pensando mucho más en el tono surreal del texto (Citas: “Un viaje de trescientos siglos en ferrocarril para llegar a París (...)”, donde esto no es un eufemismo de un largo viaje, sino que de hecho es, un viaje tan largo; o “Ruido de género rasgado, y un par de alas se abren paso, automáticamente, a través del saco que acaban de romper. Mi caída es frenada como por un paracaídas enorme y compruebo con asombro que estoy volando, que incluso gano altura”) pero en el contexto de la estructura propuesta por la editorial, y por el mismo autor, creo que es la novela más onírica del conjunto. De hecho, habiendo terminado de leer las tres novelas, pensándolas en conjunto; creo que la nombraría como el sueño del viaje del final de la primera novela “La ciudad”. Tomándola de esta forma esto es un sueño que se da entre el final de una novela y el inicio de la otra. Hay algunos otros puntos en común entre “La Ciudad” y “París”, como por ejemplo el carácter paranoico de la Organización / Empresa como entes malignos o misteriosos (En “París” un personaje llamado Juan Abal le dice al personaje principal sin nombre que narra siempre en primera persona: “Edite un folleto (...) Nadie llegó a leerlos; fueron comprados por la Organización y destruidos. (...)” o en “La ciudad” en la que trabaja Giménez donde la Empresa es dueña de la estación de servicio, desproporcionada al tamaño del pueblo y que le ofrece – indirectamente – trabajo al protagonista: En la estación o en cualquier otro lado; siempre y desde luego, dependiendo de la Empresa (...) ya que todo lo que aquí existe pertenece a la Empresa”).

Y el personaje despierta del sueño para llegar a otra ciudad donde en una parada de ómnibus se duerme, o se queda dormida o algo, y aparece en una habitación vestido de calle que no es la suya donde una puerta no se abre y la otra sí. Siempre con este mismo esquema la primera parte de “El Lugar” se desarrolla. El personaje – Siempre en primera persona, siempre sin saber el nombre, siempre dando a entender que es uruguayo o por lo menos, rioplatense – tiene además puntos en común con el anterior personaje. En “El Lugar” el personaje fantasea con una tal Ana. Mismo nombre de un personaje que conoce en el camión de la Empresa que lo transporta – y lo deja en el medio del campo casi sin explicación - en la primera novela del Ciclo, “La Ciudad”.

Además, como en un gran circulo la “Trilogía Involuntaria” empieza en la habitación que ocupa el personaje (Que sale a buscar queroseno y que puede ser la culpa del combustible todo lo que le pasa al(los) personaje(s) de la(s) novela(s); puesto así) y termina con el personaje de “El Lugar” (Aunque la tesis que estoy proponiendo es que todo esto le pasó al mismo personaje y todo este ciclo es las peripecias de un solo personaje) en su habitación escuchando los sonidos de un mundo que no entiende.

Sería el periplo de una misma persona que sale de su casa, se pierde, se encuentra en una ciudad desconocida, logra salir, se duerme y sueña largamente, para terminar encontrándose en una habitación oscura de la cual la única forma de salir es avanzando. Y todo termina con que ese mismo personaje llega a su casa con su escrito.




3- Escritos: La primera persona tiene, en mi opinión, dos formas de leerse.

El relato tipo crónica de las cosas que le pasan al personaje, y además que ayuda a la conformación del anonimato (O el intento de esconder el nombre del personaje).

Pero también esta primera persona nos ayudaría a entender que el personaje de “El Lugar” hace una crónica. Tal vez la crónica de todo lo que le pasó no es sólo esa última novela, que leemos y donde se explicita el poder escribir:


A pesar de todo me senté en el escritorio, a continuar mis apunes, y de pronto, al escribir, pensé que no podía ser casual que en aquel lugar siempre hubiera tenido a mano papel y lápiz; que al hacer apuntes quizá estaba cumpliendo si saberlo la voluntad de quienes me habían llevado allí.

Mario Levrero, El Lugar.


Sino que la crónica, que sus apuntes abarcan las tres novelas. El cómo empezó, el cómo se quedó dormido y soñó en la ciudad de París y en cómo se encontró en esa habitación por la cual tuvo que andar. El escribir sería una forma de hacernos ver todo eso bajo la óptica del mismo personaje, bajo la óptica de lo poco que se entiende a ese mundo (Carácter Kafkiano) y del para qué.

Esta figura; el para qué, esta puesta en una pregunta que el personaje sin nombre le hace a algunos otros personajes que van apareciendo en “El Lugar”. Y este para qué puede ser leído desde el para qué se escribe, para qué gastamos tiempo y recursos en el escribir. Qué es lo que nos lleva hasta ese punto. El personaje quiere dejar constancia y al no poder salir, que su historia será oída. Ellos se hacen la pregunta de para qué buscamos la salida, para qué quiero volver a donde estaba si donde yo estaba tampoco era pleno – o más pleno que acá -. Entonces ese para qué se convierte en el que él escribe y eso le da el sustento. El escribe y ese es su para qué. Yo busco las respuestas y por eso escribo, por eso hago la crónica de lo que me pasó acá en este lugar – O en esta ciudad o en París -. Yo escribo para que otros sepan.

Los momentos de duda:


Luego le pregunté si creía que era posible salir de allí.

Repitió su tic con los hombros.

- ¿Para qué? – Preguntó a su vez.

Mario Levrero, El Lugar.


Sin Saberlo Alicia había repetido la misma pregunta del Francés: para qué. No lo dijo así; pero dio a entender que la situación actual no le parecía tan mala.

Mario Levrero, El Lugar.


Escribe para que nosotros sepamos que es el mismo personaje – escondido en la primera persona anónima - en todo este avatar. Escribe porque el escribir es lo único que entiende y es lo único que le puede hacer entender lo kafkiano del mundo en donde se encuentra.

Aunque Esto no lo dije yo, y puede ser refutado, pero por lo menos, yo cuando terminé de leer estas páginas lo entendí así (O una posible lectura de...).

5 comentarios:

io dijo...

Hace ya tiempo que paso por este blog, pero esta es la primera vez que comento. La verdad, aunque mucho no me va esta forma de entender la literatura, debo decir que me re cabe y por tanto, te felicito ( aun cuando poco te importe, canejo).
( El tono coloquial y desenfadado fue
deliberadamente forzado).
PD: Donde conseguiste esos libros?

Diario 2011 dijo...

Interesante, me sumo como seguidor .

Eso sí (sí, considerá esto como un falso toma y daca), te invito a conocer Diario 2011 :


http://diario2011.blogspot.com

g. dijo...

IO:
Si por esos libros te referís a "La Trilogia Involuntaria" yo los compré en la feria del libro, pero sé que están en las librerías.
Es un estuche, donde vienen las tres novelas consignadas en ese escrito, el precio es de $75 y es una edición de Bolsillo.

Por lo demás, gracias por todo.

Luna dijo...

De esta trilogía sólo leí "El lugar".

La opresión, la angustia y la desesperanza son practicamente tangibles.

No sé cuál habrá sido el objetivo del autor en cuanto al uso de la primera persona, diría que es un recurso narrativo para mostrar la universalidad del personaje, es decir, cualquiera de nosotros puede ser el protagonista.

Muy interesante el análisis

Saludos

l dijo...

Lo leí.
Como yo no leí ninguna de las partes de la trilogía, poco puedo decir del contenido de tu lectura.
Solamente algunas cosas:

1) Me pareció acertadísimo, estructuralmente, hacer un tríptico para una trilogía.
2) Como no conocía las obras, cada vez que vos me decías algo de lo kafkiano de Levrero, creí que estabas trayendo cosas de los pelos. Ahora me queda mucho más claro que no es así.
3) La primera persona es, a la vez, la persona más subjetiva y menos creíble de la narrativa. Y eso la hace tan grandiosa. Y tan kafkiana, por qué no.

No puedo decir más de tu lectura, porque lo desconozco por completo.